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domingo, 14 de febrero de 2016

La fragilidad que nos lleva a la misericordia

En este libro el autor, P. Jaime Rodríguez, SDB, nos comparte su meditación de Semana Santa en Agua de Dios, fruto de sus veinticinco años de  vivencia sacerdotal. Cuando se acercaba la Semana Santa, el Padre Jaime cancelaba sus compromisos en la ciudad, dejaba sus amigos y compañeros de trabajo y se dirigía a Agua de Dios en vista a ejercer su ministerio sacerdotal entre los enfermos de los leprosarios. Lo que nos lleva a decir que viviendo el sufrimiento de sus destinatarios comprendió, en el rostro doloroso de cada enfermo, meditó la importancia de la Pasión, muerte y la Resurrección de Nuestro Señor

Partiendo del origen divino de su vocación, su preocupación era la salvación de los hombres: rico o pobre, culto o iletrado, niño - joven o anciano, hombre o mujer. Todas estas reflexiones son provechosas a cada uno en su estilo de vida (laico/a o religioso/a) y en su estatus. De mi parte, como estudiante religioso en Teología, me llama mucha atención la afirmación “Jesús tiene miedo, se esconde pero en la agonía de Getsemaní el miedo llegará hasta su colmo. Jesús no se expone sin necesidad”. Por así decir, que ninguna vida es fácil o está libre de tentaciones desde la naturaleza humana, por eso hay que luchar. Muchas veces en nuestras vidas nos llegan diferentes tentaciones de las que en un momento uno busca a escapar. No significa que uno tiene que exponerse sin necesidad pero tenemos que hacer un juicio de valor. Hay tentaciones que necesitan una confrontación directa e inmediata y otras que la sabiduría pide  escapar siempre y cuando uno no encuentre la razón porqué luchar.

El mundo nos presenta diferentes tipos de cosas buenas y malas. Y teniendo derecho a vivir nuestra vida humana, podemos gozar de todas estas cosas que el mundo nos presenta pero nosotros tenemos nuestra misión. Hemos ofrecido nuestras vidas al servicio del Reino de Dios. Por eso, el derecho que tenemos a gozar de todas estas cosas de nuestra vida humana no necesariamente implica el poder hacerlo. Nosotros nos encontramos entre la clase de personas que han luchado y de personas que siguen luchando para cambiar la figura negativa del mundo. Es una tarea difícil que exige mucho sacrificio y humildad: el saber que solos no podemos. Necesitamos ayuda de Dios al ejemplo de Jesús. El que confía en Dios nunca será defraudado sino que tendrá la fuerza necesaria para afrontar toda situación de injusticia con serenidad y fe.

En estos momentos, el P Jaime nos está invitando a reconocer nuestra fragilidad humana y a comprender que esta fragilidad puede ser superada si uno confía en Dios. Para Dios nada es imposible.Que tengamos la humildad y plena confianza en Dios en nuestra lucha por la justicia y  la paz. En este sentido, al reconocer nuestra fragilidad, la Iglesia nos regala el Jubileo extraordinario de la misericordia para poder acercarnos más y más a Dios. Quien confía en Dios, encuentra sentido en sus quehaceres diarios. Que este tiempo de Cuaresma y la Semana Santa sean una nueva oportunidad para poder meditar a fondo sobre nuestra naturaleza finita humana y que sólo en Dios y gracias a Jesús, esta naturaleza puede llegar y debe llegar a la plenitud. Por eso, el Apóstol San Pablo nos invita a tener los mismos sentimientos de Cristo Jesús. Lucas Maninga, sdb, salesiano del África misionero de la Inspectoría del Ecuador, beneficiario de la Fundación Padre Jaime.