En este libro el autor, P. Jaime Rodríguez, SDB, nos comparte su meditación de Semana Santa en Agua de Dios, fruto de sus veinticinco años de vivencia sacerdotal. Cuando se acercaba la Semana Santa, el Padre Jaime
cancelaba sus compromisos en la ciudad, dejaba sus amigos y compañeros de
trabajo y se dirigía a Agua de Dios en vista a ejercer su ministerio sacerdotal
entre los enfermos de los leprosarios. Lo que nos lleva a decir que viviendo el
sufrimiento de sus destinatarios comprendió, en el rostro doloroso de cada enfermo, meditó la importancia de la
Pasión, muerte y la Resurrección de Nuestro Señor.
Partiendo del origen divino de su vocación, su preocupación era la
salvación de los hombres: rico o pobre, culto o iletrado, niño - joven o
anciano, hombre o mujer. Todas estas
reflexiones son provechosas a cada uno en su estilo de vida (laico/a o
religioso/a) y en su estatus. De mi parte, como estudiante religioso en
Teología, me llama mucha atención la afirmación “Jesús tiene miedo, se esconde
pero en la agonía de Getsemaní el miedo llegará hasta su colmo. Jesús no se
expone sin necesidad”. Por así decir, que ninguna vida es fácil o está libre de
tentaciones desde la naturaleza humana, por eso hay que luchar. Muchas veces en
nuestras vidas nos llegan diferentes tentaciones de las que en un momento uno busca a
escapar. No significa que uno tiene que exponerse sin necesidad pero tenemos
que hacer un juicio de valor. Hay tentaciones que necesitan una confrontación
directa e inmediata y otras que la sabiduría pide escapar siempre y cuando
uno no encuentre la razón porqué luchar.
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En estos
momentos, el P Jaime nos está invitando a reconocer nuestra fragilidad humana y
a comprender que esta fragilidad puede ser superada si uno confía en Dios. Para Dios nada es imposible.Que tengamos la humildad y plena confianza en Dios en
nuestra lucha por la justicia y la paz. En este sentido, al reconocer nuestra
fragilidad, la Iglesia nos regala el Jubileo extraordinario de la misericordia
para poder acercarnos más y más a Dios. Quien confía en Dios, encuentra sentido
en sus quehaceres diarios. Que este tiempo
de Cuaresma y la Semana Santa sean una nueva oportunidad para poder meditar a
fondo sobre nuestra naturaleza finita humana y que sólo en Dios y gracias a
Jesús, esta naturaleza puede llegar y debe llegar a la plenitud. Por eso, el
Apóstol San Pablo nos invita a tener los mismos sentimientos de Cristo Jesús. Lucas Maninga,
sdb, salesiano del África misionero de la Inspectoría del Ecuador, beneficiario de la Fundación Padre Jaime.
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