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jueves, 27 de enero de 2022

Amigo sencillo y humilde

Luego de leer este libro, quedo con un gran sentimiento de agradecimiento a Dios, porque veo como un regalo de Dios el hecho de que la Fundación Padre Jaime me esté apoyando en la formación religiosa y sacerdotal, teniendo en cuenta que la fundación se creó para ayudar a los seminaristas salesianos de distintos lugares del mundo. Hoy por gracia de Dios soy beneficiario de esta fundación, teniendo presente que no soy salesiano sino religioso Carmelita Descalzo. 


Por todo, esto agradezco a Dios por mostrarme esta bella obra, que para gloria y honra de su nombre. 

También agradezco a la Fundación por ayudarme espiritual y económicamente para mi formación. Pero más, que eso agradezco por darme la posibilidad de conocer al Padre Jaime, por medio de diversos testimonios sobre su vida y obra, de aquellos que tuvieron la bendición de conocerlo, así como por sus propias palabras plasmadas en diversos discursos y cartas. Realmente el conocer la vida de este gran sacerdote, me motiva y me muestra lo que es entregar la vida en obsequio de Jesucristo, sabiendo que todo lo que se recibe de Él gratuitamente hay que darlo gratis a los otros.

Este libro me ha dado la posibilidad de conocer más de la vida de este gran ser humano. He podido comprobar que la sencillez y humildad de la cual he escuchado tanto, que caracterizaba al P. Jaime, es fruto de la educación recibida desde el seno del hogar. Ya que se formó en un lugar humilde, donde abundaba el amor. Este amor se vio reflejado en el amor que tuvo por cada miembro de su familia y así mismo de su familia hacia él. Como se ve reflejado en los discursos que hacen sus sobrinos el día del funeral del Padre Jaime. 

También muestra lo buen amigo y compañero que fue, un hombre con una gran capacidad de hacer amigos. Y de hacerse querer por todos aquellos que lo conocían. Un hombre dedicado a la academia, tanto de forma investigativa, con las diversas publicaciones que realizó a lo largo de su vida y también como docente. Un hombre que amó su ministerio sacerdotal, que celebraba la Eucaristía con pasión. Un hombre que siempre estuvo atento a las necesidades de los otros y que no se negaba para ayudar en lo que podía, es decir, para servir. Fray Yeison Arley Campo Castaño ocd, Bogotá, D.C., Colombia. 


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