Buscar en este blog

martes, 18 de julio de 2023

No silenciemos la esperanza

La Fundación Padre Jaime en su finalidad de apoyar la educación para estudios de Teología a nivel profesional, para quienes se preparan para el sacerdocio y puedan liderar transformaciones culturales y sociales en beneficio de los más necesitados, lleva a cabo lo mandado en Mateo “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma y con toda tu mente. “Éste es el primero y grande mandamiento. “Y el segundo es semejante a éste: Amarás a tu prójimo como a ti mismo” (22, 37-39).


Si bien es cierto, la esperanza perteneciente al conjunto de las tres virtudes teologales me hace pensar en la negligencia de esta virtud en el hoy de nuestra historia, no solo de los teólogos, pastoralistas, agentes de movilidad humana y social, sino de todo bautizado llamado a dar razón de la fe y esperanza viva.  La esperanza ha sufrido como virtud al no ser vivenciada, ni transmitida en nuestros contextos culturales, pero silenciosamente, implícitamente, sin provocar escándalo y con gran alto nivel de impacto sigue dando frutos de alivio, rehumanización y celebrando la dignidad humana, es decir el don de la vida que Dios por puro amor nos ha manifestado. 

En el Simposio presentado, me doy cuenta que el sacerdocio como participación del sacerdocio de Cristo responde a las distintas realidades de violencia, opresión, injusticia social y pobreza de hecho y espíritu, que el sacerdocio para personas en el corredor de la muerte, para YouTubers, para niños y ancianos desprotegidos, para quienes necesitan servicios de higiene, para trabajadores del campo y para niños con cáncer, se hace palpable el anuncio del reinado social de Jesucristo en la Tierra, esto es, la civilización del amor en la sociedad. 

Rescato los valores fundamentales en los que más se hizo énfasis: la familia, la hermandad, el compartir la vida, la alegría, la esperanza y el amor. Es evidente que estos valores integrales como acción humana hacen presente a Dios en la vida ordinaria construyendo pequeñas familias de hermanos impulsados por la fuerza del espíritu en sinodalidad. La evangelización y el acompañamiento espiritual denotan un fuerte y progresivo apostolado; la guía espiritual, la formación humano-cristiana y comunitaria, la pastoral de salud, vida sacramental y actividades permeadas de creatividad y entusiasmo evangélico.

Finalmente, en palabras del Padre Juan Carlos Zesati “nuestra opción primera siempre va a ser Nuestro Señor Jesucristo” quien se ha hecho humano igual que nosotros, y se ha quedado con nosotros en la Eucaristía, para nutrirnos con su Palabra y darnos su amor. Dios cada día nos hace ser sensibles ante el dolor, el sufrimiento y para dar el primer paso. Es nuestro el deber reconocernos vulnerables, frágiles, dolientes, enfermos, pobres con los otros, y, que no nos inunde la solitud y soledad, más bien nos empuje la fuerza transformadora que nace del espíritu y nos hace capaces de crear una cultura del encuentro, del amor y de la paz.  Asistente al Simposio Internacional al Sacerdocio, Bogotá, D.C., Colombia.


No hay comentarios:

Publicar un comentario